En los últimos meses, han ganado popularidad unas gotas llamadas Esplendor, que prometen tratar una larga lista de enfermedades oculares: desde sequedad hasta cataratas, miopía, astigmatismo, glaucoma e incluso pterigión. Pero, ¿realmente funcionan? ¿O se trata de un producto más del marketing milagroso?
Lo primero que salta a la vista es que Esplendor no cuenta con respaldo científico ni registro sanitario válido en la mayoría de países. No hay evidencia clínica ni estudios publicados que confirmen sus supuestos beneficios. Además, en sus sitios web y anuncios se hace énfasis en frases como “cura natural”, “regeneración ocular” o “sin cirugía”, lo que suele ser un indicio claro de publicidad engañosa.
Los especialistas advierten que ningún colirio, por más natural que sea, puede revertir enfermedades como cataratas o corregir defectos refractivos como la miopía. Estas condiciones requieren tratamientos médicos o quirúrgicos específicos, dependiendo de cada caso. Usar productos no aprobados en los ojos, especialmente sin supervisión oftalmológica, puede causar daño o agravar los síntomas.
¿Por qué en el envase de Esplendor no se prometen curas?
Curiosamente, al observar el envase y el gotero del producto, se nota que no se menciona ninguna de las supuestas enfermedades que Esplendor "cura" en redes sociales. ¿Por qué? Porque incluir afirmaciones médicas sin respaldo implicaría violar normas sanitarias. Por eso, los fabricantes se limitan a usar frases genéricas como “uso cosmético”, “natural” o “para el bienestar ocular”, que no requieren pruebas clínicas.
Esto les permite vender sin responsabilidad legal, mientras delegan las afirmaciones más exageradas a terceros: páginas de ventas, influencers o testimonios poco creíbles en redes. Una estrategia peligrosa, pero común en productos de este tipo.
Conclusión
Esplendor no es un tratamiento confiable para enfermedades oculares. Si tienes molestias en los ojos o alguna patología diagnosticada, acude siempre a un oftalmólogo. La salud visual no se debe dejar en manos de productos sin aval ni evidencia. Y si algo no se atreve a decir lo que promete en su propio envase, es porque probablemente no puede respaldarlo.
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