Los embutidos son parte del consumo diario de millones de personas, especialmente en países como Paraguay, donde forman parte del desayuno o las picadas. Sin embargo, estudios científicos han demostrado que los embutidos aumentan el riesgo de cáncer, especialmente de colon. Este riesgo se debe principalmente a los conservantes químicos que se les añaden para prolongar su duración y mantener su color característico.

Nitritos y nitratos: los responsables ocultos

La mayoría de los embutidos industriales contiene nitrito de sodio (E250) y nitrato de sodio (E251), compuestos utilizados para conservar la carne y prevenir bacterias peligrosas como el Clostridium botulinum. El problema es que, dentro del cuerpo humano o al ser cocinados a altas temperaturas, estos aditivos pueden transformarse en nitrosaminas, sustancias altamente cancerígenas.

En 2015, la Organización Mundial de la Salud (OMS), a través de la IARC (Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer), clasificó a las carnes procesadas como cancerígenas del Grupo 1, el mismo grupo que el tabaco. Esto significa que existe evidencia suficiente de que provocan cáncer en humanos, especialmente cáncer colorrectal.

¿Qué productos están en riesgo?

Se considera "carne procesada" a toda carne que ha sido curada, salada, fermentada, ahumada o que contiene conservantes químicos. Esto incluye:

  • Salchichas
  • Chorizos
  • Jamón curado
  • Mortadela
  • Tocino
  • Fiambres industriales

Incluso las versiones “light” o “bajas en grasa” pueden contener los mismos aditivos dañinos.

¿Qué se puede hacer?

No se trata de demonizar todos los embutidos, sino de reducir su consumo al mínimo posible, especialmente en niños. Lo ideal es optar por embutidos caseros o artesanales sin nitritos, que tienen menor duración pero son mucho más saludables. También es recomendable evitar freírlos o cocinarlos a altas temperaturas, ya que eso favorece la formación de nitrosaminas.

La evidencia científica es clara: el consumo habitual de embutidos aumenta el riesgo de cáncer, especialmente cuando contienen nitritos y nitratos. Tomar conciencia de este riesgo y optar por alternativas más naturales es una forma sencilla de cuidar tu salud y la de tu familia. Siempre que puedas, elegí productos frescos, sin aditivos y hechos de manera casera. Tu cuerpo lo va a agradecer.